viernes, 2 de diciembre de 2011

Trébole

Hoy me he levantado flamenco. 
Hacía ya tiempo que no me pasaba por aquí, a dibujar una sonrisa con los carriles que quedan entre las palabras que se precipitan al yermo y árido espacio vacío. Si acaso se venía uno a pulsar teclas con dedos plomizos, cayendo las palabras como un chirimiri de abril de lágrimas de lluvia, que chispean y calan hasta los huesos, mojándote hasta en lo más profundo.

Pero ahora, mis ojos verdes de amianto se encienden con chispas que a diario saltan desde el pecho, al mismo tiempo que de las sonrisas. Vamos, que ahora que ya te has levantado, te has sacudido de los pantalones el polvo que quedó incrustado tras la caída, te has recolocado la chaqueta y te has abrochado el primer botón de la misma, miras hacia adelante decidido. 

Y así, abriendo los brazos en cruz con las palmas de las manos hacia arriba, como queriendo retener y sujetar todo el peso de las nubes sobre los hombros, un cosquilleo en la nuca te hace sentir placer y te lleva la cabeza para atrás, para hacer caer tus párpados ante la mirada firme del cielo que se enfrenta a uno, y sentirse así más fuerte. 
Impulsado para que tus ojos sean los faros de luz halógena que acaben con la oscuridad de cualquier sitio al que te acerques.

Ahora que ya no dudas de tus dudas, y que has dejado de esperar el paso de un nuevo tren, notas que el mundo late bajo los pies, y has conseguido el éxito que necesitabas, dejar marcados los tacos en la tierra, y hacer que tus pasos formen parte del camino.



Y así voy yo ahora, moviéndome entre "siempre" y "jamás", y lo que quiera que haya entre medio de los dos. 

Repensando el futuro, y viviéndolo desde el presente. Como si pasaras los ojos por el recorrido de tu vida, mirando hacia atrás las fotos que han guardado tus instantes (la captación de tus sonrisas y su colección de grandes éxitos), y de repente un efecto evaporase poco a poco la figura de aquellos que reaccionaban contigo, apostados al otro lado de la imagen. Para jugar contigo a aquello del "¿qué será?".
Pero no me importa. Siempre me gustó el desequilibrio en las fotos.






Y así, caminando sigo de esta guisa. Con un bigote de lápiz sobre los labios y un traje de franela gris, mirando a los ojos de Marieta, la Audrey Hepburn que parió el Estado cañí, sonriéndola entusiasmado, porque graciosa le canta ella a un trébole, al que dice que quien sea "el que te encuentre, sabrá vivir feliz".



1 comentario:

  1. Dios míoooo!!!! he llegado yo solita aquí!!!!! Ya me estoy haciendo adulta!!!!! :))))

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