jueves, 31 de mayo de 2012

"Ella no te quiere. Ni te querrá. Sería lo más fácil..."

"Yo no te quiero. Sé que es lo más difícil de escuchar, y por eso va lo primero. 
Entiendo lo que tú sientes, pero yo no puedo darte lo mismo que iba a recibir de ti. Valoro mucho lo que has hecho, y lo que aún haces por mí, de verdad. Banalizar los peores momentos de tu vida y continuar riendo conmigo, y haciéndome reír.

Eres de lo más importante que he encontrado en mi vida, pero las cosas solo son de una determinada manera. Yo he tratado de olvidarte, pero no he sido capaz. No he podido decidir nunca qué es lo que se queda en mi corazón, y quién se lleva un pedacito de él.

Soy feliz, y estoy feliz contigo. Y me gusta que te sigas preocupando todavía por mí. Pero no me merezco tanto bien de tu parte.
Soy feliz, y en parte lo seré por y para ti. 
Sé que, pese a todo, lo único que quieres es verme bien, y comprobar de cuando en cuando que sigo siendo la misma chica nerviosa que se queja porque solo quiere tener el pelo más largo.

Yo no puedo pedirte nada, sería una desvergonzada por mi parte, ya lo sé. Pero me gustaría que hicieras por mí una última cosa. 
Solo te pido que llores (si tienes que hacerlo), y que luego, después de eso, te rías. Y te acuerdes de mí. 
Porque tanto como ahora me quieres, te llegarán a querer cuando no me sueñes.

Eres un amor, ya lo sabes, y el amor está en todas partes. Yo solo estoy aquí ocupando mi pequeño espacio, dentro de este cuerpo tan diminuto en el que tú veías cosas tan grandes. Pero no puedo abarcar todo lo que tú eres...

Y aunque antes te haya dicho que no, quiero que sepas que te mentía. 
Sí, te quiero... pero no estoy enamorada de ti...




Lo siento.




PD: Una vez me dijiste que en un abrazo era donde dos corazones se encontraban más cerca el uno del otro. Y tengo que decirte que siempre me gustó abrazarte...
Encuéntrame en cada uno de ellos, ¿vale?



Hasta pronto Santi...
Un beso."






Entonces, iguazú sobre mis ojos, doblé el folio en blanco, y lo introduje de nuevo en el sobre.
Sin remite, sin matasellos, la carta quedó cerrada encima de la mesa. 
Y me fui tan rápido como pude, tan lejos que no pude ni mover siquiera un músculo de mi cuerpo.


La carta que soñé, y que nunca me entregaron.
La carta que no llegó, porque nunca me la enviaron.

No hay comentarios:

Publicar un comentario