miércoles, 8 de febrero de 2012

BOOOOOM!

Eres una bomba en extinción.
Se consume tu mecha y no te das ni cuenta del calorcito que desprende a tu alrededor. Insegura, no conocedora del brillante serpenteo y de la brillante serpentina que conduces. Un siseo de luz en braille que cualquier ciego de los que no quiere ver acabaría comprendiendo.

Realmente eres una cosa pequeña, pero tienes muchísima fuerza en tu interior. ¿Sabes lo que pasa?, que la implosión no resulta ni mucho menos tan interesante como la explosión. No es nada espectacular. Y tú eres más de tener efectos introvertidos


Nadie quiere ver algo que estalla hacia adentro, guardándose toda su fuerza para sí mismo.
Si algo debe destruir (o construir), la gente lo quiere ver, quiere saber lo que resulta, hacia afuera.

En cualquier caso, solo tenía la intención de decirte que eres poderosa. Que alguien te colocó aquí, y prendió tu mecha, pero lo que es importante y necesario en todo momento en este proceso para que algo ocurra, eres tú.
Las bombas como tú a veces no os dais cuenta de que el verdadero poder radica en vosotras mismas.

Y que lo que tenéis que conseguir es lograr vuestro objetivo sin autodestruiros. Que el verdadero “¡Boom!” se lo das tú a quién te sale de las narices. Y hablando de narices, el olor a quemado se ha de quedar en la pituitaria de los demás, que serán los que te recuerden, a ti, tal como eres.
Y el que esté junto a ti tendrá que aprender a recordarte siempre (ya que el olfato es el sentido que mejor memoria tiene).

Así que, ahora que estás quemada y que la lombriz de fuego se acerca peligosamente al depósito de pólvora, déjame que me quede por aquí cerca, mirando, para ver hasta donde eres capaz de llegar.
Y si tienes que arrasar y hacer cenizas algo, lo que sea, hazlo tranquilamente.
Has llegado hasta aquí para eso.


Pero aprende a hacer el “¡booooooom!” más fuerte del mundo, y consigue que me atruenen los oídos. No permitas que sea el otro el que te diga lo que puedes llegar a cambiar.

Quien te dejó aquí te dejó sabiendo lo que hacía. Sabiendo lo que llevabas dentro. Lo que eras capaz de deflagrar. Pero no tuvo los cojones de quedarse para verte. Y quien cogió el mechero y quemó la brizna con un filo de calor y se marchó dejándote el humo, bien hallado tiene que ser, pues te regaló ni más ni menos que la chispa de la vida.

Ahora tú, bomba pequeña, haz lo que tengas que hacer. Ha llegado tu hora. Pero hazlo y deja que lo veamos. Porque no cabe dentro de ti ni una mínima parte de lo que puedes llegar a alcanzar a los demás.

Comienza pues tu cuenta atrás. 10 – 9 – 8 – 7 – 6 ...
Que si te fijas, es como la vida: todos sabemos que tiene un final, pero la fuerza te acompaña hasta que llega al punto de no retorno.

No hay comentarios:

Publicar un comentario